Mauricio Macri es fana de la peli de Arnold Schwarzenegger. Tan pero tan fánatico que de chiquito soñaba con ser un exterminator y salvar a la humanidad de los locos, los manteros y los indigentes.
Su espíritu Hollywoodense lo llevó a hacer una política muy pochoclera: pintó la ciudad de amarillo y la tuneó para que no moleste a la vista. Es así como en Octubre del 2008 crea la UCEP. La UCEP era la Unidad de Control de Espacio Público. Unos enfermos que se vestían con uniformes negros y chalecos anti punzantes , que desalojaba por la fuerza a indigentes que dormían en la calle, en plazas y en parques de la Capital Federal. Luego, les secuestraban sus pertenencias o mercaderías y las destruían sin reparo alguno.El Observatorio de Derechos Humanos ( ODH) aportó pruebas testimoniales y de registro audiovisual, que revelaron el accionar ilegal de éste grupo paraestatal que limpiaba pobres de la ciudad.
Mauricio estaba re cebado con su fuerza policial. Había soñado con eso desde que era un newman boy y por fin tuvo la oportunidad de golpear a los oscuros. Los oscuros vendrían a ser las máquinas. Y él se metió en la política, esa cosa espantosa que llena de papelitos y corrupción las paredes de las instituciones públicas, con el fin de salvar al hombre blanco de su fin. Hizo eso por nosotros compadres. Se ensució las manos de política, se transformó en una máquina, para ser como Arnold. Y tanto, pero tanto, quiso imitar a Schwarzenegger que se re enfierró.
En noviembre de 2009, tras las denuncias, la UCEP fue disuelta y sus empleados fueron redistribuidos a otras áreas. Macri había sido sobreseído en diciembre por la jueza a cargo de la causa, pero el 27 de Abril de 2012, la Sala I de la Cámara del Crimen declaró nulo el sobreseimiento, así que a mauri lo siguen investigando.
También estaba el tema de los manteros ¿ se acuerdan?. Unos hippies que vendían artesanías en la calle Perú, entre Rivadavia y Diagonal Sur y cómo su desagradable presencia alteraba el paso de la gente bien, se los quiso llevar (como una persona acomoda los objetos en su casa) a la plaza Arlt. Los guachos se resistieron. Obvio, estaban ahí porque la gente pasaba, podían vender y sobrevivir con lo justo. Así que ante las protestas de cincuenta barbudos Mauricio aprovecha para convocar a su poli y seguir jugando a Terminator. Cuándo los artesanos quisieron exhibir su merca, le metropolitana se los impidió. Hubo tensión, incidentes, y como siempre, represión.
Los locos son otro de los grupos marginales que a Macri no le caben. Ya había tenido problemas con el Borda con el tema del agua y la luz. Era pleno invierno y Mauricio, luego de ver la peli El Juego del Miedo, optó por un tipo de exclusión más tortuosa; y gozosa. Así que los dejó más de dos meses sin agua caliente ni luz. Total eran enfermos de la cabeza. No se iban a dar cuenta si se estaban bañando con agua caliente, helada, barro, ácido sulfúrico o lava. A los locos les da todo lo mismo.
Pero Macri vuelve con Terminator antes de ayer. Los locos estaban tranca, jugando a las cartas, cuando sintieron el ruido de las topadoras. Era Mauricio, disfrazado de Bob el Constructor, riéndose a carcajadas y con un habano en la boca. La onda era desalojar y demoler el taller protegido 19 para construir el centro cívico de la ciudad. Obviamente, hubo un par que se plantaron y dijeron: Che flaco aguanta! Yo no aguanto un carajo, pensó Mauri. Así que, con sonrisita de por medio, ordenó exterminar a todo aquel que se interpusiera en el camino. Médicos, enfermeros, pacientes, periodista, sindicalista: VENGAN TODOS, PUTOS! agitaba Mauricio. Todo terminó con 8 detenidos y más de 30 heridos. Mauricio declaró que la yuta se estaba defendiendo, no la dejaban laburar y no iba a ceder a los violentos. Pero todos sabemos, que en el fondo, mandó a reprimir por su fanatismo con Terminator.
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